Autor: Julio Escoto
Profesor universitario de literatura hispanoamericana, editor y escritor.
El General Francisco Morazán, presidente de la Federación
Centroamericana, jefe de Estado en Honduras, El Salvador y Costa Rica:
sus ideas unionistas aún despiertan polémica. En esta novela con datos
que certificaron cinco historiadores Julio Escoto ofrece una visión
nostálgica del héroe, quien en los tres minutos que dura morir recuerda
su agitada existencia, mucho más civilista que militar.
PARTE I:
Inicialmente hubo un como ruido de
cataclismo, como si doscientos de sus dragones de a caballo se despeñaran en
los abismos de Quetzaltenango o, Finalmente, como si el mar rebosara su
estrecha fuente de plata y arena y Desbordara los límites de su contenida navegación.
Luego, la primera imagen que saltó a la mente
del General hondureño José Francisco Morazán Quesada fue la intensa muchedumbre
que se había congregado a las cinca de la tarde frente al portón de la casa de
gobierno y que lo Había visto dirigirse a la tapia de la plaza de armas con la
frente en alto, su levita mustia y trasnochada, solitario en el camino de la
muerte como si únicamente lo acompañará la sombra de su propio destino o lo
aguardara allí la última esperanza de la salvación. Página 19
El general salvadoreño Vicente Villaseñor
estaba allí con él, en realidad un poco antes que el en este extraño espacio
cargado de electricidad y vaporoso en que acababa de penetrar. Pensó si esta
sería la muerte, pues sólo la muerte tendría la posibilidad de procurarle el
reposo en que ahora sentía que se empantanaba y que le había faltado en el
tumultuoso derrumbe de sus últimos dos años de vida centro-Americana.
El General Morazán pensaba que moría. Este
desorden arenoso en que se le desmoronaba la mente, ese desperdigamiento de
sensaciones como si se le fugara la memoria en el remolino caliente de una bala
de 24, aquel caer y flotar a la vez sin hostilidad y sin dolor eran sus células
que desfallecían y se apretaban una otras comunicándose el último resto de
oxigeno del cerebro, reacias a desaparecer, urgidas de traspasarse la
conciencia de las cosas que habían guardado y acumulado antes de doblarse sobre
sí mismas y arrugarse y marchitarse ya sin esperanza de redención. Página 20
Morazán comprendía que moría y que esa
suspensión en que parecía sobre nadar ya sin presunción y sin apuro solamente la necesidad del tránsito, el vértice
inasible de la fractura, la póstuma eclosión del tallo que se rompe y se desencadena antes de desprenderse de la flor.
Morazán sabía que moría. Extrañamente, podía
contemplarse a sí mismo doblado inconexa mente sobre la calle junto a
Villaseñor, el que había caído con una bota alzada sobre el banquillo de
ejecución. Podía ver en su cuerpo las cicatrices que le había dejado un tiro al
brazo durante la batalla de El Espíritu Santo, en El Salvador el seis de Abril
de 1839, y la otra que le habían inferido en el rostro los costarricenses. Página 21
Pero espiritualmente, en cambio, podía
sentirse satisfecho: dejaba un ejemplo de entrega, había mostrado con su
holocausto personal que se arriba a la tierra para luchar contra todas las
adversidades por un ideal, y que sólo dándose a los otros se descubren los
caminos que aproximan el ánima al círculo de la perfección.
Descubría ahora una singularidad de su pasión
terrena: apenas si había conocido los límites del miedo, jamás se había en
agusanado con la rigidez del terror. Los enemigos de su tránsito vital, así como
aquellos que bien lo habían amado, debían reconocer que su única preocupación
habían sido los frutos de la solidaridad. Página 23
Había también en este desfallecimiento de su
carne y la asunción del espíritu esos otros rostros jóvenes de piedra y malicia
con que las vivanderas seguían,hijos y petate a la espalda, el amor de sus hombres
en el trajinar eterno que fue la lucha por la unidad en Centroamérica de 1826 a
1842. Y entre todos esos rasgos que iban apagándose poco a poco en el recuerdo y
renaciendo en la vertiginosidad del tiempo que se contra, sobresalía también el
semblante inocente honorable de José 'Trinidad Cabañas, el más valiente y devoto
de sus capitanes y uno de los más desafortunados en batalla. Pagina 26
Ahora puedo ver, desde esta esquina de mi inconcluso
suplicio, la transformación que me produjeron esos tempranos momentos. Fue por
aquellos libros entonces prohibidos que nació en mí el ardor de la llama de la
libertad. El régimen español considerábamos indignos de la inteligencia de sus
vasallos y la iglesia desde los púlpitos los anatematizaba. Percibo ahora ha sido por siempre la historia de la
humanidad: el encuentro violento entre el espíritu que se alza y la fuera que
lo aplaca, entre la fresca idea que nace para abrirse paso en la eclosión social
de su naturaleza solicitada y la de los poderes que pugnan por dominarle y
matarla. Página
30
Libres Honduras y San Salvador de la amenaza
del Presidente Arce, acepté la invitación para pasar a la capital de este Estado
en Octubre de 1828, no sin solicitar antes por oficio que se eliminaran
homenajes victoriosos a mi persona,que no creí necesarios.
Pero aun así, no pude impedir verme aclamado ven
medio de mi ejército por aquel pueblo heroico que había resistido tantos días el
sitio de tan grandes fuerzas guatemaltecas y que profesaba a la verdadera causa
liberal y federalista su más grande pasión. Página 38
PARTE
II
Dos mil hombres marchaban conmigo hacia
Guatemala, dos mil hombres cuya columna de polvo ennegrecía los ceibas, atragantaba
la luz y dictaba silencios en el valle y la montaña, dos mil hombres balanceándose
entre los pesos del miedo y la gloria, dos mil hombres solos con la esperanza de
su propio corazón.
Dos mil hombres que donde penetraban hacían
enmudecer la floresta con el trasegar de sus mochilas, damajuanas y bolsones, o
que deslumbraban los congojó los quetzales con el brillo de sus afilados machetes
y atragantes. Dos mil trashumantes conjuntados bajo la bandera de un sueño
colectivo y su sueño personal:la fama o el pillaje, la bonanza de un puesto público
la libertad, el arrojo por dominar la gran Guatemala o el engaño del suicidio
con que el despecho amoroso empuja a los hombres en brazos de la muerte. Dos mil
alucinados desfilando ante la luna y el sol. Página 39
También en esos días la Madre Santa Teresa de
Jesús asomó a la capilla de convento cada tarde para mostrar a los asustados
devotos unas cartas que dios le había manifestado y en las que horrorizado por
el peligro que se cernía sobre Guatemala con el pronto arribo de los liberales,
derramaría tristezas y males cuento entre los capitalismos si no se disponían
pronto a defender el sacro territorio de su amado pueblo. Página 40
Dediqué desde ese momento diversos esfuerzos
a evitar que se continuara derramando sangre centroamericana y facilité que el
ministro de los Países Bajos organizara en Abril pláticas de paz. Además la
viruela maligna, de la que no encontrábamos vacuna, empezaba a emponzoñar
nuestro ejército Aliado Protector de la Ley y había peligro de que las tropas
se disolviesen retornara a el Salvador. Página 41
Había concluido mi Presidencia Federal.
Reconozco que entonces sí deseaba continuar en el poder pues aún faltaba coronar
la extensa cadena de reformas que había iniciado para tornar moderna a
Centroamérica y elevarla a su sitio merecido en el concierto de las naciones.
Pero en la colección realizada por pueblo decidió aclamar victorioso a José
Ce cilio del Baile y me disponía a olvidar los azares del gobierno, seguro de que
con el genio del Valle el progreso de la libertad se robustecería en vez de
apagarse, cuando este gran hombre centroamericano sino americano, y quien en
diversas ocasiones me prestó el auxilio de sus luces, falleció sin poder asumir
sus elevadas funciones.
El Congreso liberal procedió entonces a repetir el ejercicio del
sufragio en la República y Fortuna, otra vez, me sonrió en Febrero de 1835.
Ahora sí, pensaba,profundizaríamos los cambios y la transformación. En este
segundo esfuerzo el salto tendría que ser ambicioso y hondo. Página 50
En el camino a aquella ciudad fui
reflexionando, mientras procuraba apartar el viento la llama del yesquero y encender
un cigarro, que entre los peligros a que me había visto sometido en la vida el
más grande era el que acababa de superar en Guatemala. No me refiero a la
presencia de Carrera, pues en una u otra forma mis oficiales estaban desempeñando
su trabajo pacificador, sino a las arenas movibles, al tremedal de halagos con
que los conservadores y muchos liberales me habían tentado en la ciudad. Página 56
Entretanto ocurrían otros hechos
extraordinarios. Sabidos de que mi segundo período en el mando estaba llegando a
su final, los gobiernos de Honduras Nicaragua y Costa Rica se apoyaron en una
declaración del último Congreso Federal, desoyeron el compromiso a sufragios que
establecía la Constitución vigente y declararon sus intenciones de disolver el
pacto de unión federal. Altos de Guatemala se había declarado nuevo Estado, pues
deseaba romper el sumo número de representantes que correspondía sólo a la
capital en las votaciones del Congreso. Carrera aceptó pacificarse y deponer
las armas mediante un convenio especial acordado en El Ornitorrinco, pero nunca lo
cumplió. Página
58
PARTE
III
Una casa no es un hogar... Desde hace tantos
años, desde que me sumergí en el espejismo de la política y los afanes de la
República tenemos una casa.Nuestra residencia en San Salvador es una hermosa
colección de placas narrativas, de espadas, cartas y murmullos de ausencia, y en
sus pasillos de barro Cocido y muros de adobe son más frecuentes las discusiones
de los ministros que las del amor,Nuestros sueños hace tiempo están encadenados
al destino de la República y han dejado de volar, sujetos al peso de la firma de
decretos, audiencias solicitadas,fabulaciones de presupuestos y conferencias
con generales y plenipotenciarios.Se ha vuelto como una rutina el afecto y sin
embargo no es que haya desaparecido, marchito y descuidado, sino que lo ha
cubierto como la pátina que compaña los espejos, tras cuyo reflejo nos miramos
cual empantanados entre la amenaza del dolor. Página 59
Lo llamo pesadumbre, y es lo que me inspira a
hablar así. Porque en verdad lo que acabo de decir no es cierto: hay entre ella
y yo un como compás de espera,como el conocimiento cierto de que el hombre se
halla lejos sólo porque anda sembrando, porque está construyendo, y que la edificación
de la sorpresa tendrá halagos más gratos que la agonía de la nostalgia, No ha
habido oportunidad honrosa en que no sea ella la primera a quien comunicárselo:
mis folios-que ya queman en el cuartel de Costa Rica en esta noche de odio-le
relatan que en la amenaza a mi vida el último de mis posibles pensamientos
estaba dedicado a ella. Página
60
En Febrero de 1840 estábamos preparados.
Habíamos logrado reunir una significativa fortuna para a pertrechar un ejército
de salvadoreños, Curaren es y exiguas que, no siendo numeroso, fuera en cambio
cuidadosamente selecto y profesional. María Josefa aportó algunos de sus fondos
provenientes de Coma-yagua. Los liberales de San Salvador hicieron discretas colectas,
el estado proyecto sus mejores oficiales
y adecuado armamento. Se estableció inteligencias con los patriotas de Guatemala
a fin de que adelantándose a nuestra partida a cumularan fuerzas, apalabraran
soldados, estuvieran prestos para no dormir en-a mañana de la libertad. Su
respuesta fue emocionante y significativa: creían poder levantar en aquella
ciudad, en Antigua y Quetzaltenango, a gran parte del pueblo, humillado y herido
como estaba por los serviles, mayormente ahora que Carrera se había anexado el
Estado de Los Altos. Página
69
En las calles vecinas a la plaza central los
tiradores del enemigo asomaban tras los tapiales, disparaban y se ocultaban a
cargar, uno tras otro, toda la tarde. Nuestros fabricantes de
cartuchos trabajaban sin cesar pero aun así tuve temor de que no alcanzaran a
proveernos oportunamente al ponerse el sol cesaron los gritos con que nos
insultaban: "guanacos pirulos, entreguen al hereje de Morazán! ¡Viva la
religión! ¡Andarse, nosotros defendemos a dios y sus santos!"... Después
se apaciguaron las banderas de los carreristas-rojinegras, una calavera y la
inscripción ¡Muerte a los liberales!,en el medio- y cayó un extraño silencio
sobre la ciudad. Los sitiadores hacían alto al combate para rezar la Salve
Regina. Pagina
71
El veintisiete de Marzo, tras contar y dar
contramarchas para confundir nuestros perseguidores, entramos de nuevo en San
Salvador, fuente de aquella esperanza. Marchamos por sus calles en silencio, con
los brazos vacíos: hoy no volvíamos adornados con troncos de banderas rivales.
Sobre nuestras frentero anidaban laureles. Las mismas bestias que montábamos parcial
advertirlo:su paso era moroso y tardo, sin el instinto del brío triunfal que
quizás había vibrado en la sangre de sus antepasados. Página 72
PARTE
IV
Está tan próximo el momento postrero, tan
inmutable que ya no soy el dueño de mi voluntad. Casi todas mis funciones se han
detenido y lo único que pervive dentro de mi es la memoria. Han sido tres
espaciosos,eternizados minutos los necesarios para cerrar la página final,
poner término a la idea y el movimiento, clausurar para siempre ciencias,
estéticas y filosofías o para despedirme de la compañía del dolor. Página 75
Destruyeron al hombre Morazán, es cierto,
pero ha muerto Morazán?Acribillado ese corazón que ya no late, o esos brazos
que jamás levantarán triunfantes banderas, de verdad ha perecido Morazán? Se
mata una idea? Yo soy sólo ya el depósito de inicio, un agitado puño de electricidad
alojado en el cerebro para concluir ordenadamente el cierre de las moléculas finales.
La naturaleza ostenta un paso imperturbable. I lay silencio mortal en
los laterales de mi cráneo, no vive en ellos un rasgo de recuerdo, una sombra,
un puntillazo del sol. Todas mis funciones han terminado. Un poco atrás van encajándose
los portillos últimos de la realidad y mi conciencia se atrinchera en
su postrero reducto: los esfuerzos han sido agotados, los intentos de permanecer fracasaron.
Página
76
El suceso no era aislado. Durante muchos años
los ingleses habían ocupado ilegalmente-por su interés en el canal oceánico -los
territorios atlánticos dela patria, y aquella usurpación había venido ahora a
consagrarse con la erección de un reino de fantoche que aspiraba a gobernar toda
la costa. Los británicos,que por largo tiempo habían mostrado simpatías a los
conservadores, a diferencia del afecto que Estados Unidos liberales, creían
obtener con la independencia del reino Mosco un derecho que los siglos y la ley
internacional jamás les habían otorgado. Página 80
A las cuatro de la madrugada del catorce, y
tras pelear ininterrumpida durante ochenta horas, aprovechamos un copioso
aguacero que descendía sobre la ciudad y lanza ando nuestra caballería adelante
al mando de Cabañas cortamos la línea de los sitiadores, sorprendiéndolos cuando
se balanceaban entre el sueño y la humedad. Rápidamente apartamos troncos,
carretas y obstáculos colocados frente al portón y emergimos hacia la noche bajo
los primeros tiros que nos lanzaban desde los edificios contiguos los amotinados
y en rumbamos a Cartageneras de vergüenza-en busca del camino hacia Atina y
Puntarenas donde se hallaba Saget. Página
87
Y ya fuera por nuestras prisiones o por mi sencillez
mi dignidad, ninguna de aquellas estatuas de sal nos injurió y sólo al pasar,
custodiados por la tropa, iban cerrándose por detrás convergiendo en forma
natural hacia su curiosidad y su azoro, como si comprendieran que en ese
instante supremo las retrataba para siempre el ojo infalible de la historia, o
como si los infectara un sentimiento de culpabilidad que lucharían por
arrancarse denigrándose permanentemente durante los próximos doscientos años. Página 93
Recosté mi frente sobre la pared, aspiré con
una delicia postrera su excitante olor a germen y humedad. Tras los tapiales
estallaban su amarillo plumaje de luz las rosas, trizaban el aire las
golondrinas o entonaban su arrullo gutural las palomas de la catedral. Este suceso
que me acontecía era sólo una prueba más, el póstumo desafío, la beligerancia
del cansado reto. Todas mis batallas serían inútiles si habían carecido del
verdadero don de la ilusión: reencontrar mi rostro entre los sanguinolentos
rostros de mis enemigos, auscultar en el brillo juvenil de los ojos de María Josefa
la pasión que debía encender los míos, ver en los niños vigilantes de las
veredas de Centroamérica mi propia juventud, descubrir en las salinas arrugas
de los viejos mi personal trayecto hacia la oscuridad...Página 94
- Recordé que el tres de Octubre cumpliría cincuenta años y que no los habría de celebrar.
- Recordé que estando los serviles de siempre en el gobierno de Honduras, podrían robar a María Josefa sus propiedades dejándola en la más abyecta pobreza.
- Recordé que el hombre sólo es un puñado de carne en torno a un ideal.
- Recordé que el afecto no muere, no puede morir.
- Recordé, viendo el aliento de mi hijo manchar mi testamento, que ninguna revolución existe si no es en la juventud, donde renace, perece y vuelve a nacer.
- Recordé con humildad que no había tenido la ciencia de Valle o el coraje inocente de Cabañas pero que me había sobrado la voluntad de la unión y del Recordé que las ideas libertarias siempre alumbran, como el sol.
- Recordé que a los hombres no se les mata como bestias sin juicio previo y sin defensa.
- Recordé la dulce venganza del perdón.
- Cerré el pliego y lo entregué al Juez de Primera Instancia.Casi de inmediato vi a cien generaciones leyendo erróneamente mi testamento con avidez.
- Mi legado ha sido toda mi vida, no sólo un pedazo de papel.
- El hilo de plata se ha roto. Asciendo a batallar desde la historia.Página 95
ANÁLISIS
Francisco Morazan se expresos de la siguiente manera y es que el nos decía en su legado:
“No he merecido la muerte, porque no he cometido más faltas que dar libertad a Costa Rica y procurar la paz en la república. Mi amor en Centroamérica muere con migo, doy un llamado a la juventud a dejar la vida por su país, así como yo la dejo con sentimientos por quedar anarquizado y deseo que imiten mis ejemplos de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente se encuentra”. Del testamento del General Francisco Morazán (15 de septiembre de 1842)
Francisco Morazán a pesar de ser un militar, era una persona culta, y es recordado por su valor, entrega y principalmente por todo lo que dejo a raíz de lo largo de toda su vida. “Los rehenes que los enemigos tienen en su poder son para mi sagrados y hablan vehemente a mi corazón, pero yo soy el jefe de estado y mi deber es atacar, pasare sobre los cadáveres de mis hijos, haré escarmentar a mis enemigos y no sobreviviré un solo instante a tan escandaloso atentado”
Lastimosamente la vida de este icono centroamericano, acabo en Costa Rica, lugar donde fue derrotado por las fuerzas conservadoras. La cual ellos no querían una sola nación centroamericana. Uno de los principales objetivos que tenía Francisco Morazán con la unión de toda Centroamérica, era consolidar un sistema económico capaz de generar mayores riquezas y sostener el desarrollo de la región, la cual ya estaba casi olvidada. “La fortuna jamás protege a los que huyen de los peligros de la guerra para poder disfrutar de las ventajas del triunfo”. “Jamás se pueden hacer obras con hombres forzados”
PREGUNTAS
1.¿Cuáles son los valores que representa Francisco Morazan?
Honradez
Disciplina
Lealtad
Amor a su Patria
Valentía
Coraje
2. ¿En donde se llevo acabo la batalla del Espíritu Santo?
En El Salvador el 06 de Abril de 1839.
3. ¿Que cargo tenia Dionisio de Herrera?
Fue el único Hondureño electo a la presidencia de El Salvador y Nicaragua y Honduras.
4.¿Que hizo Bartolome de las Casas?
Presento ante la corte real su solicitud para que no solo el alma, si no el cuerpo, los monarcas protegieran y salvaguardaran del Indio Americano.
5.¿ En que barrios quedo atrapado el aire de la Colonia?
En la colonia del Berrinche y Montaña del Picacho.
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